Best seller

Concepto

El término best seller proviene del mundo anglosajón y podría traducirse al castellano, en una traducción no literal, como «los más vendidos». La propia definición nos da la clave interpretativa de este concepto: la relación de la literatura con el rendimiento económico que determinadas obras alcanzan en el mercado nacional e internacional.

Frente al término best seller nos encontramos con el de long seller para referirnos a aquellas obras que se mantienen como best sellers durante períodos largos de tiempo y que, por lo tanto, no están sometidas a la caducidad de las modas o a los empujes de la novedad. Las obras centrales en los cánones nacionales entran habitualmente en esta última categoría, pues la obligatoriedad de su lectura en los distintos tramos educativos, así como su prestigio, arraigo y promoción en una cultura, las mantiene en la lista de ventas, siendo constantemente reeditadas. El Quijote, la Biblia, Romeo y Julieta o la Divina Comedia son claros ejemplos de long sellers no solo para la industria cultural occidental, sino que su alcance puede ser considerado mundial. Enlazamos así con otro de los conceptos clave en la concepción del best seller, íntimamente unido al de mercado: el de globalización.

 

Análisis

La lista de libros publicada en 1895 por la revista americana Bookman es aceptada como la primera en su género. Sin embargo, los best sellers como meras listas de los libros más vendidos, tal como comenzó a popularizarse el término en los años veinte del siglo xx en Inglaterra y Norteamérica, han dejado paso al best seller como fenómeno cultural y comercial, como un auténtico producto de masas. Las reflexiones en torno a la calidad literaria de los libros más vendidos, en línea con otros estudios sobre los medios de comunicación de masas, han ido forjando el tópico del best seller como sinónimo de mala literatura. La aportación al análisis de la sociedad de consumo de T. W. Adorno con el término «seudocultura» propició esta confusión entre mercado y calidad artística, continuada por Baudrillard, entre otros, y su noción de «simulacro».

La aparición recurrente de conceptos como «literatura basura», «televisión basura» o «comida basura» está más vinculada a la problemática del consumo que a la de calidad artística. Tal y como afirma Nabokov en Nicolás Gogol: «En el reino del poshlast, no es el libro el que ‘alcanza el triunfo’, sino ‘el público de lectores que se lo traga todo, la tira publicitaria y todo lo demás’» (Casanova, 2001: 217).

Los requisitos para que un libro se encuentre entre los diez más vendidos no son exclusivamente literarios. La publicidad, las traducciones, las adaptaciones cinematográficas, la inclusión de sus autores en antologías, los premios literarios o la crítica en medios de comunicación son elementos determinantes, por encima de la frágil categoría de «calidad literaria», puesto que con el término best seller no estamos hablando de literatura, sino de literatura en el mercado. Pierre Bourdieu hace referencia a esto cuando habla del «campo literario».

Pascale Casanova, en el capítulo 5 de su República mundial de las letras, reflexiona sobre cómo el actual sistema económico, en el que un negocio solo es competitivo si puede proyectarse internacionalmente, hace que la verdadera rivalidad literaria no se encuentre entre las diversas capitales tradicionalmente asociadas a la industria literaria (París, Londres o Nueva York), sino entre dos modelos de producción literaria: el autónomo y el comercial.

Citando a Schiffrin, se advierte cómo existe una tendencia generalizada a pretender que aumenten los beneficios obtenidos a partir de la literatura. La rentabilidad a corto plazo no había sido hasta ahora la política editorial dominante, pero la actual agrupación de la industria de los mass media permite a los propietarios presionar para que el negocio editorial equipare sus ganancias a las de las otras filiales, como la televisión o la prensa. Según Casanova, «las regiones más libres del espacio literario mundial están, por tanto, seriamente amenazadas por la potencia de las leyes del comercio internacional» (Casanova, 2001: 226).

El papel del lector editorial, encargado de realizar la selección de manuscritos para su posterior publicación, va siendo desplazado por el de libros por encargo, orientados a conseguir el mayor beneficio económico, y aprovechando, entre otros factores, las tendencias dominantes. Este hecho se traduce incuestionablemente en una pérdida de autonomía del mundo literario e intelectual, y en una peligrosa homogeneización de la producción literaria.

La imposibilidad de fijar criterios estéticos, estilísticos o temáticos con que aproximarnos al fenómeno del éxito de ventas dificulta la consideración del best seller como un género literario. David Viñas reflexiona sobre esta problemática en un extenso estudio titulado El enigma del best seller, donde propone considerar el best seller como un género diferenciado, basándose en la teoría de la analogía genérica o en el horizonte de expectativas del lector. Sin embargo, el profesor Viñas admite que «ningún conjunto de rasgos genéricos distintivos comparece con absoluta evidencia» (Viñas, 2009: 29) en el best seller.

La polémica sobre si el best seller puede ser considerado o no un género parte de tres posturas nítidamente diferenciadas: considerar el concepto como propio del campo de lo literario, como exclusivo del mundo estadístico y comercial, o como el punto de encuentro de ambos ámbitos.

 

Implicaciones

La aproximación a los best sellers nos permite comprender con nitidez la imbricada relación existente entre industria, poder y literatura, central en conceptos de tanto alcance como el de canon literario, calidad artística o gusto. El conocimiento que la mayor parte de la población tiene de títulos como El código da Vinci, A tres metros sobre el cielo o Los pilares de la Tierra puede ser un buen punto de partida para reflexionar sobre el valor de la literatura en la formación crítica del individuo, así como para introducir títulos muy dispares, también considerados best sellers, pero de menor difusión en determinados colectivos, como Los versos satánicos, La conjura de los necios y Los gozos y las sombras. Además, junto al libro consagrado como best seller, solemos encontrar todo un merchandising muy útil para reflexionar sobre las relaciones de inter y transtextualidad que la literatura tiene en nuestra cultura.

 

Referencias

Casanova, P. (2001), La República Mundial
de las Letras (217-227), Barcelona: Anagrama.

Robertson, R. (1995), «Globalization: Time-
Space and Homogeneity-Heterogeneity»,
en Featherstone, M., Lash, S. y Robertson,
R. (eds.), Global Modernities, pp.
25-44, London: Sage.

Viñas, D. (2009), El enigma del best-seller.
Fenómenos extraños en el campo literario,
Barcelona: Ariel.

Fecha de ultima modificación: 2014-02-11